martes, 16 de septiembre de 2014

MUCHO follar pero POCO hablar....


¿Conocéis a alguna pareja de esas que no pegan ni con cola, que no son capaces de tomar ni una decisión de mutuo acuerdo, no paran de pelear por todo, y sin embargo, a los dos minutos ya están follando como conejos? 

Pues bien, según los datos del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) recogidos por el Instituto de Política Familiar (IPF), en España, se produce una ruptura de pareja cada 4,1 minutos y lo más curioso de todo esto es que tal y como afirma Eduardo Hertfelder, presidente del IPF, LA SEPARACIÓN NO ARREGLA NINGUNO DE LOS PROBLEMAS INSTAURADOS ANTES DE LA RUPTURA, SINO QUE LOS AGRAVA


Con estos datos no quiero dar a entender que tengo una perspectiva puritana, que estoy en contra de que cada cuál haga y rehaga su vida las veces que estime oportunas o del divorcio en sí. No, no es eso... lo que quiero evidenciar con estos datos es que realmente el problema de todo está en LA COMUNICACIÓN, para ser más exactos, en la falta de ella, y no solo en el ámbito de la pareja, sino en las familias, en la escuela, en las administraciones, en el trabajo,... y en cualquier tipo de relación emisor-receptor que establezcamos con otra persona. Parece ser que es pecado o algo enseñar a nuestros hijos e hijas a expresarse para que puedan comunicar de manera correcta sus sentimientos, deseos o necesidades; pero claro, nadie nos ha enseñado nunca como hacerlo porque expresar es una vergüenza si eres hombre y un tostón si eres mujer, y así lo entendemos, y así lo transmitimos a nuestras generaciones.
Sin embargo, con tanta normativa de género, no somos conscientes del daño que nos hacemos a nosotras y nosotros mismos, ni del daño que les hacemos a nuestros pequeños y pequeñas enseñándoles a privarse de expresar. ¿Y sabéis qué? Todo esto que parece tan tonto y tan innecesario, cuando los expertos y expertas rasgamos un poco debajo de algunos de los casos que nos llegan a consulta, encontramos que es la base que falta en las personas con problemas de adicción, con conductas agresivas, con tendencia a delinquir o en otro muchos trastornos relacionados con el comportamiento y la personalidad. De hecho, en el tratamiento de estas problemáticas una de las fases consiste en el Entrenamiento en Habilidades Sociales. Fíjense, con lo fácil que sería que desde pequeños y pequeñas se incluyera este tipo de talleres en nuestra vida cotidiana y en nuestro curriculum educativo, nos ahorraría muchos disgustos que sufrimos de mayores.

Si trasladamos esta falta de comunicación a la pareja única y exclusivamente, observamos que a priori resulta más fácil arreglarlo todo con un polvo rápido y así se le pasa el enojo sin saber las consecuencias a medio-largo plazo que eso acarrea.. Hay personas que se conforman creyendo que la evitación es la mejor forma de arreglar las cosas... Pero, ¿Qué pasa con este tipo de comportamiento al final? Pues pueden suceder dos cosas:
Una, que desencadene en la típica pareja que no se desarrolla como tal, en la que normalmente se producen muchos desacuerdos y continuas peleas con gritos e insultos que se arreglan "supuestamente" teniendo sexo, y acto seguido uno de los dos cede a la petición del otro, que “curiosamente” SIEMPRE SIEMPRE suele ser el mismo quien termina cediendo. Este tipo de relación suele agradar mucho a una parte y quemar a la otra, la que a menudo responde a un perfil de personalidad sumisa que no se atreve a abandonar la relación por amor, dependencia psíquica o económica, chantaje emocional, o simplemente por las gratificaciones que puntualmente recibe. En estos casos suele haber una cierta obsesión por el otro que se manifiesta básicamente en el enganche que produce el pelearse y follar, volviéndose esto un círculo vicioso que con el paso del tiempo se agrava. A menudo las personalidades que se unen en este tipo de relaciones son dominante-sumiso/a y desde el comienzo se forma una relación de poder que uno propone y el otro acepta, pensando muchas veces en la posibilidad de cambio con la formalización del compromiso (JA!). El sumiso/a tiende a criticar mucho las acciones de la pareja y quejarse de la situación a un familiar o amigo, pero cuando este le propone la posibilidad de romper el vínculo con su dominante, lo justifican y maquillan lo dicho. Esta situación puede durar años y años y años, incluso toda la vida, y es lo que se conoce como "relaciones tóxicas".

La otra es que uno de ellos viva en el limbo, predicando sus hazañas sexuales por el mundo y creyendo que la relación va estupendamente aunque tengan sus peleillas de vez en cuando; mientras el otro decida romper la relación porque no puede soportar más la situación. Suelen ser relaciones cortas, de meses o muy pocos años, en las que los dos miembros tienen perfil dominante principalmente, uno de ellos con cierta tolerancia que es el que ofrece un espacio de tiempo prudencial a su pareja esperando que ésta cambie. Ante la no presentación del cambio y el agravamiento de la situación de poder, la parte dominante-tolerante (como yo la llamo) decide abandonar la relación por este mismo motivo de mal entendimiento. El perfil del dominante-tolerante suele ser paciente y comunicativa pero con valores e ideas claras, una persona independiente que prefiere estar sola antes que desarrollarse en una relación problemática. Claro, estas personas suelen ser las menos, ya sabemos, por la educación que venimos arrastrando de hace siglos de que tenemos que vivir en pareja, no podemos desarrollarnos íntegramente si quedamos solteras, tenemos que buscar al príncipe azul y cuidar de nuestra princesa, encontrar nuestra media naranja,... y demás ideas “ingeniosas” que el patriarcado se ha sacado de la manga. Entonces, cuando intentan explicarle al otro que dejan la relación porque no hay entendimiento entre la pareja o porque no “eres lo que yo estoy buscando”, la parte que vive en el limbo se extraña, no entiende lo que sucede, “si estábamos muy bien, éramos muy felices y follábamos un montón...” y la explicación más asequible para esta parte es pensar que ha conocido a otra persona, que le ha sido infiel,... etc, etc. cuando en muchos casos, se sabe que no es del todo así.

En definitiva, lo que me gustaría sintetizar con el blog de hoy es que en la pareja, para establecer una relación saludable que nos permita desarrollarnos personal y conjuntamente es necesaria la comunicación, hablar, escuchar, expresar, observar, mimarnos, abrazarnos, acariciarnos y también follar, ¡claro que sí! Pero no tomarlo como forma de arreglar los problemas, ya que ante los desacuerdos la única forma asertiva de afrontarlos es negociar, a veces ceder y a veces insistir, pero finalmente llegar a un consenso entre ambas partes. Al fin y al cabo se trata de disfrutar de la relación y del tiempo que pasas con el otro, no de cargar con el peso de una cruz (como nos quiere vender la Santísima Iglesia).

 
   



     

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